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El reconocimiento facial de los móviles puede estar vulnerando nuestra privacidad

26 de febrero de 2020

La evolución de los smartphones en la última década ha sido imparable y no parece que vaya a detenerse. Cada vez se opera más a través de ellos, por lo que la información y el flujo de datos que almacenan en su interior es mayor a medida que transcurre el tiempo. Esto ha hecho que los fabricantes de dichos dispositivos incrementen su empeño en ofrecer sistemas de seguridad y desbloqueo de gran calidad. Sin embargo, esos esfuerzos pueden verse frenados si se decide controlar el reconocimiento facial por ley, puesto que éste atenta gravemente contra la privacidad de los usuarios.

Reconocimiento facial

Como sucede muchas veces, la tecnología avanza más rápido que la sociedad, y esto es lo que está pasando con el reconocimiento facial. Al no existir aún una legislación que regule apropiadamente el uso de esta herramienta, algunos gobiernos la están empleando de forma masiva para hacer un seguimiento de los ciudadanos, lo que es un claro ataque contra la privacidad.

Existen organismos en ciertos países que están empleando sus sistemas de vigilancia situados en calles y edificios para perseguir a delincuentes, pero para ello graban los rostros de miles de ciudadanos con el fin de buscar coincidencias, los analizan y se almacenan durante largo tiempo sin ningún tipo de consentimiento, lo que vulnera claramente el derecho a la intimidad.

Por ese motivo, en principio, la ley no afectaría a los teléfonos móviles personales, aunque se está estudiando la posibilidad de restringir el uso de los terminales con estas capacidades. Ello se debe a que existe la opción de que los desarrolladores vendan la información obtenida a empresas y gobiernos para que puedan tenernos localizados en todo momento.

Últimamente se han sucedido los escándalos relacionados con la protección de datos ligados a los smartphones y las diferentes aplicaciones que en ellos se instalan. A causa de ello, en esta ocasión se pretende regular la situación antes de que se aprovechen los vacíos legales existentes para realizar un seguimiento global de la población mundial.

Aun así, de restringirse el empleo del reconocimiento facial, sería únicamente durante un periodo máximo de cinco años. Se estima que es el tiempo necesario para evaluar la situación y legislar de forma adecuada para que una tecnología que nos puede ser de gran ayuda no termine volviéndose en nuestra contra.

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