La función de los superordenadores en la búsqueda de fármacos contra el Covid-19
7 de abril de 2020
Expertos de diversos ámbitos profesionales están poniendo todo su empeño en encontrar lo antes posible una vacuna que permita poner freno a la pandemia provocada por el coronavirus Covid-19 y que no se vuelva a repetir una situación similar. En España, por ejemplo, superordenadores como el MareNostrum 4 y IBM Power 9 se han puesto al servicio de esta lucha, puesto que capacitan a los científicos para reducir notablemente el tiempo que invierten en sus experimentos.
La magnífica capacidad de computación de estos enormes ordenadores se está empleando principalmente para simular las reacciones y comportamientos del virus ante miles de compuestos en pocos días. De este modo, procesos que con los medios tradicionales tardarían meses en llevarse a cabo, se realizan en semanas, lo que supone un gran impulso en la carrera de velocidad a la que nos enfrentamos en este momento.
Asimismo, los investigadores destinados a esta labor se valen de los superordenadores para acometer complicados estudios de genoma que les ayuden a entender el comportamiento del Covid-19, sus posibles vías de evolución y predecir lo que va a hacer antes de que suceda para anticiparse a él y proteger a la población frente a sus efectos con vacunas o medicamentos eficaces.
Por tanto, el valor de estos terminales tan avanzados en una situación límite como la que estamos viviendo es incalculable. Una de las tareas más importantes que ejecutan es la de buscar las debilidades en la estructura molecular del virus para después simular desde el propio ordenador los mejores flancos de ataque. Para ello, la potencia que ofrecen es fundamental, puesto que ensayos con una duración de años en laboratorio, finalizan en apenas unos días.
Sin duda, la tecnología de los superordenadores está demostrando ser una aliada fundamental en la batalla contra el coronavirus, pero su campo de acción no se limita solo a este ámbito. Aunque no lo sepamos, está mucho más presente en nuestras vidas de lo que pensamos, dado que desarrollan capacidades de cálculo de proporciones monumentales y se emplean para tomar decisiones de forma automática, ya sea para detectar negocios rentables en el sector financiero, simular modelos predictivos del futuro clima terrestre en la NASA, o hacer funcionar asistentes virtuales como Alexa y Siri gestionando datos de millones de personas en segundos.
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